Sólo de escuchar el nombre de San Francisco se me viene a la mente la canción de Scott Mckenzie sonando de fondo mientras circula el tranvía rojo por las calles empinadas de San Francisco…
Dicen que esta ciudad es la más bonita de Estados Unidos, y no les quito razón. Clavada entre su bahía y el océano Pacífico, con una arquitectura preciosa como las casas victorianas o el puente Golden Gate, un paisaje urbano único por sus cuestas de vértigo y un ambiente en el que se respira el hippismo de los años 80, San Francisco es espectacular y una de las ciudades más bellas del mundo.
No es una ciudad pequeña, pero tampoco una Nueva york precisamente, para mi el tamaño perfecto, una gran ciudad con ambiente de pueblo, rodeado de costa, con los tranvías subiendo y bajando…
Cuando llegué a la ciudad desde el aeropuerto, y salí de aquella estación subterránea de tren, en pleno corazón de San Francisco, simplemente alucinaba. Aquellos edificios tan altos y tan carismáticos de las películas de Hollywood, con las escaleras de emergencia en cada uno, los típicos buzones que venden periódicos, parkings de varias plantas…el albergue en el que me alojé era perfecto por su situación, en el medio de todo.
El primer día me fui caminando como siempre hago, me gusta caminar y pienso también que es la mejor forma de descubrir un lugar desconocido, aunque esto no me duró mucho al ver las pendientes que hay…tardé muy poco en informarme de como funciona el sistema de transporte público jeje.
Me crucé toda la ciudad hasta el norte donde descubrí el Fisherman’s Wharf, un lugar muy concurrido aunque yo no sabía de su existencia y agradó más aun la sorpresa. Este lugar está en el puerto y es una mezcla entre mercado-feria, la gente sale a pasear por aquí, hay espectáculos por la calle, puestos de comida, música…un ambiente muy agradable a orillas de la bahía de San Francisco con el sol escondiéndose por el horizonte.
Me perdí con el bus, acabé cerca de un parque que malinterpreté en el mapa(15 km los convertí en 200m jeje), y al final pude ir hasta la costa, la playa, donde golpean con fuerza las olas del océano Pacífico. Era febrero, así que no era la ocasión de bañarme, si no de disfrutar del mar con la brisa acariciando la cara.
Tengo el recuerdo permanente de una chica que me encontré en la parada del autobús al bajarme , que me vio con toda la pinta de turista, y me pregunto de donde venía, cuanto tiempo estaba de viaje…cuando volví de la playa para coger el bus de nuevo, la chica estaba aún ahí, y me preguntó si conseguí hacer fotos bonitas.
Este gesto de interés y amabilidad que demostró me simboliza la amabilidad de la gente de San Francisco, siempre abierta, dispuesta a ayudar, colaborar, o simplemente charlar tranquilamente con cualquiera.
El movimiento hippie ha aportado muchas cosas positivas a San Francisco, que aún se respiran al caminar por sus calles.
Exploré la prisión de Alcatraz, en un islote en medio de la bahía, que por cierto la visita está muy bien organizada, alquilé los famosos “audio-guía”(fue la primera y única vez en mi vida creo) que te hacían caminar por la cárcel relatando la estancia a través de las palabras de Al Capone, toda una película, se lo recomiendo a todo aquel que vaya.
No hay que olvidar las casas victorianas, que son PRECIOSAS, la verdad que me enamoré, la belleza del paisaje urbanístico, las casas con la ciudad de fondo, delante parques verdosos…un sitio idílico para vivir.
Otro sitio espectacular pero no idílico para vivir jaja es la Lombard Crooked Street, la calle mas sinuosa de Estados Unidos, tienen una pendiente tan fuerte que han tenido que construir la calle con constantes curvas…el espectáculo está servido.
Bueno, creo que no me olvido de nada, que más puedo decir, una ciudad que rápidamente me encanto y enseguida me pude a pensar que me gustaría vivir aquí, aunque parece que hay que tener buenos recursos económicos para ello jeje
San Francisco, cuna del movimiento hippie, la ciudad más bonita de Estados Unidos, lo tiene todo y todo el mundo debería dejarse caer por aquí.
Hasta pronto!
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